
-Está enamorado de ti- me dijo mi amiga.
Se refería a su hermano menor, tiene 15 años, lo conozco desde que era un niñito de 5.
En realidad algo había notado, siempre solicito a ser nuestro mandadero, el que nos compra las cosas que necesitamos y el que nos sirve de mascota.
Últimamente a estado especialmente atento conmigo, una tarde se acerca y me pide que lo acompañe al quinceañero de una amiga de su salón.
-.-
Yo miro a Mario (asi se llama él), su sonrisa metálica de braquets típicamente teenager, delgado, alto, con alguno que otro barrito disimulado por su crema anti acné; y mi cerebro rememora años atrás cuando yo misma era una adolescente delgada (por no decir plana), también con braquets y feucha.
A mí me gustaba un chico de quinto de secundaria y él, en la vida se iba a fijar una de tercero, menos como yo. Era tan mensa, que me le quedaba mirando y alguna vez se habría dado cuenta.
-.-
-¿No quisieras ir conmigo al Kino de Andrea Kasas?-me repite con carita de niño bueno, trayéndome de mis recuerdos de adolescente soñadora.
-ya, pero estamos yendo como amigos ¡ah!- le digo moviendo el índice como queriendo regañarlo.
Él me abraza rapidito y se va corriendo a decirle a su hermana. Ella al otro lado de la habitación me dice algo que no escucho, pero adivino por el movimiento de sus labios: estás loca.
Cuando llega el día, Mario esta impecable. Me ha venido a recoger. Me dice que estoy hermosa. Yo le sonrío y le devuelvo el cumplido. Al llegar, siento las miradas sobre mí, debo ser la mayor de las chicas.
El grupo de amigos de Mario, se reúne a preguntarle cosas, yo me hago a un lado.
Mario está contento, me alegro por él.
Si yo no pude cumplir mi sueño de salir con el chico que me gusta, que lo cumpla Mario, por todos esos adolescentes que soñamos con alguien imposible en nuestra adolescencia.